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CINE GUATEMALTECO



Dentro de la historia de Guatemala, encontramos innumerables y deslumbrantes acontecimientos que cambiaron al país y lo pusieron en un lugar destacado. Esos sucesos, tanto tecnológicos, políticos como sociales o deportivos, han ayudado a que la sociedad que sumergida en tragedias y depresiones, logradas por las situaciones violentas o corruptas que rodean al país día a día, salga de ellas y se animen a involucrarse y participar en actividades nuevas que no hayan sido descubiertas.

El cine por ejemplo, es uno de esos mundos que aún no se han desarrollado como debiera pero que en los últimos 10 años ha dado mucho de que hablar, pues con la iniciativa de algunos valientes, el cine guatemalteco ya se reconoce y cumple con el propósito de llevar a los ojos del mundo; la identidad de un país, en este caso, Guatemala.


Los primeros largometrajes guatemaltecos datan de 1949 a 1953, período revolucionario que abrió las puertas a puestas en escena como “Cuatro Vidas” (1949), coproducido con México que por ser participe se consideraba más obra de ellos que de Guatemala, aunque se hayan utilizado varios lugares icónicos de nuestro país como el Lago de Amatitlán y la Antigua Guatemala y en papeles secundarios se cuente con la participación de actores nacionales como Adriana Saravia de Palarea y Alberto Martínez.


Aún así, en 1950, la película “El Sombrerón”, fue presentada como la primera propuesta cinematográfica hecha cien por ciento en Guatemala, puesto a que realmente el contenido de la misma iba desde la dirección, producción, reparto y el equipo técnico que era verdaderamente nacional. Sin embargo, la película no obtuvo el suficiente recurso económico y la empresa Guatemala Films no pudo seguir en la marcha por lo que tuvo que cerrar sus puertas. Aunque el filme fue aplaudido y el éxito fue enardecedor no fue suficiente para mantener a flote el barco del mundo cinematográfico nacional. Habiendo visto que el cine nacional necesitaba mucho más apoyo; los Gobiernos y la situación social y política no eran las mejores para realizar propuesta alguna, se cerro el telón por dos años, cuando el empresario Salvador Abularach, se aventuro y escribió guiones y música para “Caribeña” (1952) y “Cuando vuelvas a mí” (1953). 

En 1953, “El Cristo Negro” empezó a rodarse en Guatemala coproducido con México. No fue muy cocido y el estreno de la puesta en escena fue hasta 1955. 

Y debido a la contrarrevolución y represión política en la que Guatemala estaba envuelta, no existió intento alguno para el cine nacional. Es por ello, que el ámbito cinematográfico queda inmóvil hasta la década de 1960. 

“La Alegría de Vivir” (1960), luego “Pecado” (1961) y cabe señalar que estás producciones vieron arriba los telones, gracias a Rafael Lanuza que reinicio la marcha nuevamente para hacer cine en Guatemala. Entre 1961 y 1977 se conoce que fueron elaborados casi una treintena de filmes nacionales. Fueron dos décadas en las que salieron a la luz nuevos nombres de personas que querían impulsar el cine en el país. 


En otros intentos por hacer cine nacional, Carlos de Llano realizo “Los domingos pasarán” 1968, y Otto Coronado dejo dos coproducciones siguiendo la línea de interpretaciones mexicanas. “El Cristo de los milagros” (1972) de Rafael Lanuza, es programada aún en la televisión internacional para la Semana Santa y el último proyecto lanzado de la generación fue “Candelaria” (1977), con la que se paraliza nuevamente cine nacional. 


Durante la cruel y dificultosa situación de violencia en Guatemala, debido a la expropiación y genocidio ocurrido en 1978 hasta principios de los noventas, no se tenia ni el menor interés en producir películas, a excepción de una sola “Tahuanca, gran señor de la selva” (1986) producida por César Beltetón y dirigida por Herminio Muñoz Robledo. 



Más tarde, “El Silencio de Neto” (1993) de de Luis Argueta y Justo Chang, termino con la paralización del cine nacional y abrió el camino a distintos directores y productores guatemaltecos. A partir de este largometraje se suman uno en el 1997, “Ixcán” de Enrique Goldman (Primera película digital, después de la firma de la paz). 



Luego, en la década del 2000, inicia al que yo personalmente le llamo el “Bum” del cine guatemalteco. 


Con 67 películas que incluyen producciones nacionales con capital nacional, capital extranjero, recurso humano nacional, extranjero o locación en nuestro país, la década culmina siendo la que más ha recogido éxitos y reconocimientos tanto locales como en el extranjero. 


Las más destacadas de la década han sido: “La Casa de enfrente” (2003) de Elías Jiménez, “Donde acaban los caminos” (2003) de Carlos García Agraz, “Detectives por error” (2005) de Jimmy y Sammy Morales, “Las cruces: Poblado próximo” (2006) de Rafael Rosal, “Las Estrellas de la línea” (2006) de Chema Rodríguez, “VIP: la otra casa” (2007) de Elías Jiménez, “Un presidente de asombrero” (2007) de Jimmy y Sammy Morales, “Gasolina” (2008) de Julio Hernández, “La Bodega” (2009) de Ray Figueroa, “Marimbas del Infierno” (2010) de Julio Hernández, “Puro Mula” (2010) de Enrique Pérez, “Capsulas” (2010) de Verónica Riedel y “La Vaca” (2010) de Mendel Samayoa. 

Siendo La casa de Enfrente, VIP: la otra casa las películas que marcaron un giro asombroso en la historia del cine pues la temática y el avance técnico ayudaron a que sobresaliera y se convirtiera en exitosas películas; también se destacan las comedias de Jimmy y Sammy Morales que han sido muy bien recibidas por el público guatemalteco y sin dejar a la más reciente comedia que presento la identidad de un guatemalteco muy distraído en Puro Mula interpretado por Domingo Lemus, que estuvo varias semanas en cartelera y la cual ha sido buscada en los medio piratas para coleccionarla y verla cuantas veces sea posible. Y la actual propuesta de Verónica Riedel que muestra la búsqueda del amor de una familia pero en el proceso todo se torna amargo y es donde la historia cobra vida, de tal forma que el público decidió hacerla ganadora en un variado listado de premios internacionales que van desde mejor película en el Women´s International Film & Arts Festival 2011, Mejor edición & dirección de arte en el festival Ícaro de cine y video, entre muchos reconocimientos más. 

Cada uno de estos corto o largometrajes que fueron realizados en la historia, han tenido que vérselas con muchos apuros como lo es el recurso económico y técnico. En Guatemala, el tema de la ley de cine parece ser una negativa que a pesar de las incansables luchas por hacer que el Congreso apruebe dicha iniciativa, ellos sólo han engavetado el proyecto manteniéndose al margen y no contribuyen al desarrollo del cine y video nacional. Es una situación que frena a muchos cineastas porque los limitan a no realizar más propuestas aunque no significa que permitan que se les detenga en la ambición de lanzar sus propuestas al mundo porque a pesar de no tener el apoyo monetario, han logrado llevar a cabo trabajos que impresionan y mejoran con el tiempo. Si se tuviera el apoyo ese trabajo sería mucho más limpio y quedaría impecable, se producirían muchos más trabajos audiovisuales y ya se contaría con derechos que las protejan e inclusive podría exhibirse cada película hecha en Guatemala en todas las salas de cine del país sin excepción. 

Ayudaría a la economía del país, es una industria muy fuerte que incrementaría el trabajo pues daría oportunidades a cineastas, directores, personas que podrían vender o alquilar sus equipos y habría personas dedicadas a esto únicamente. Las películas, serían vistas y exportadas a territorios extranjeros y con la recaudación se empezarían a mejorar cada vez más hasta tener una institución cinematográfica fuerte que proponga y de paso a nuevas películas y así seguir hasta fortalecerse y convertirse en una carrera, o mundo o profesión digna que sea remunerada como debe ser. 



Es una opinión con pincelazos de inocencia pues sé que lo que opino es algo que todos quisiéramos, está muy difícil de lograrse. Se necesita mucho tiempo, aún está muy lejos el culminar una lucha por el arte audiovisual y siendo honestos lo mejor es el esfuerzo que cada involucrado en el cine hace para terminar su trabajo y sea conocido. 



Al menos existen entidades que han acercado más al pueblo guatemalteco que está interesado en las realizaciones audiovisuales como CASA COMAL, la Universidad Panamericana que ofrece una licenciatura de cinco años en Comunicación y Producción Audiovisual. También la Universidad Internaciones que ofrece una carrera desarrollada por ESARTE DIGITAL proporcionando al estudiante la mejor formación en animación y realización 3D, efectos visuales y diseño de Videojuegos. 



Si el país contara con más instituciones que brindarán estas formaciones se aumentaría a los elementos en lucha por hacer una ley que respalde el cine guatemalteco y también veríamos muchas puestas en escena de las que nos sentiríamos orgullosos. 



Y hablando un poco sobre el orgullo e identidad guatemalteca, es notable la escases en nuestro pueblo, a no ser por el futbol que pienso está ya demasiado frustrado el sueño de vernos en un mundial y la gente aún sigue pensando que es lo único que demuestra que Guatemala es grande, o demostraría mejor dicho, al mundo que sí podemos pero se equivocan, el cine y las artes es algo que simplemente demuestra la misma grandeza o más ya que en este ámbito si hemos llegado más lejos. 



Siempre hay quienes no apoyan los trabajos de los pocos guatemaltecos que hacen el esfuerzo por ser diferentes y hacer crecer a Guatemala. Se sientan y sólo critican y rechazan de una la propuesta que tanto trabajo y tiempo costo, no consideran que aunque no se tiene el suficiente apoyo, se realizo con gran esmero y bajo una gran labor de captación de recursos para llevarla a los cines para que fuera exhibida y por consiguiente reciba el agrado del público y su reconocimiento. Es decir, no sólo de parte de nuestras autoridades hay negativa sino también del público. Que decepción, es triste al mismo tiempo y muy desalentador, porque como explique en el principio cuando narre un poco la historia del cine, las primeras películas no tuvieron el éxito esperado porque aquí no hay mercado para ellas. Todos se quejan y critican que no sale nada bien de Guatemala al extranjero pero cuando alguien se atreve a hacer algo, desechan su trabajo y lo marginan por no tener esto, y es que le falta algo, y es que y es que... ¡No!, hay que dejar de ser tan pesimistas y envidiosos. Como quieren que Guatemala salga de donde está sino le dan la mano ni a su vecino que necesita ayuda, así como en otros países que obtienen su éxito de la unión del pueblo y cooperación entre ellos. Si tuviéramos un poco de esa unión o de ese patriotismo desde hace mucho que estaríamos fuera del anonimato y luciendo nuestro producto nacional ante todos los demás. Aclaro que si existen muchas personas que no forman parte del veneno local y sí forman una admisión y aceptación que deja avanzar. También se rescata que de unos 20 años a la fecha esa posición tan derrotista y egoísta ha ido cambiando gradualmente a una más positiva y amigable. Se nota el apoyo de muchos e incluso invitan a otros a acercarse y contagiarse de lo nuevo que ofrecen en Guatemala, y así poco a poco se suman cada vez más al arte audiovisual guatemalteco. Pero es un trabajo que va acompañado de mucho tiempo, paciencia e indulgencia. 



Sin más nuestra misión es formar parte del ¡Boom! Del cine y difundirlo ya sea a través de las redes sociales o de boca en boca, o como quieran hacerlo pero llevándoles a todos un poquito del arte visual que se realiza gracias a los actores, guionistas, productores, técnicos, escenógrafos, etc. Y aparte para integrarse en este fascinante mundo. 



De modo que el sorprendente mundo cinematográfico debe envolvernos en su magia, su color y forma. Esperando dentro de algún tiempo, contar con la ley que lo proteja y ayude para seguir evolucionando y convertirse en un soporte nacional que proporcione trabajo y fulgure a nuestra nación representándola en sus escenarios naturales más bellos para que los conozca el mundo pero sobre todo para que nosotros mismos que habitamos en este lugar, nos demos cuenta de su grandeza.

Comentarios

  1. El taller de cine y los antecedentes de lucha por una ley nacional de cinematografía.
    Sergio Valdés.

    En mayo de 1987, el Taller de Cine de la USAC (1), se planteó la necesidad de trabajar en pos de una ley de apoyo y promoción del cine nacional. Ana María Pedroni, Mario Recinos, Guillermo Escalón y el grupo del taller, formado por Alfonso Porras, Daniel Hernández, Ana Inés Carpio, Luis González Palma, Genaro Cotón, Elías Jiménez, etc. reflexionaron sobre el asunto y se plantearon las primeras iniciativas de gestión.

    Medio año después, Ana María Pedroni, Mario Recinos y yo, en representación del Taller, acudimos a una cita con la ministra de cultura del gobierno democristiano de Vinicio Cerezo, en busca de respaldo a una ley o normativa de cine nacional. La ministra se mostró entusiasta y convocó a una segunda reunión, con presencia de Tasso Hadjidodou y un representante de la embajada de México, quien ilustró al grupo sobre la naturaleza de la legislación mexicana y aportó algunas ideas para emprender un proceso de cabildeo en favor de una política cultural pública sobre cine. Otro tanto hicimos con el Instituto Guatemalteco de Turismo, cuya directora Claudia Arenas ofreció “respaldo irrestricto frente a una eventual gestión en el congreso”. Por su parte, Carlos Saenz, director creativo de la agencia McCann Erickson, visitó el Taller para explicar el estatuto legal de publicidad audiovisual en el país y hacer sugerencias para una gestión realista y efectiva.

    Las dificultades económicas que enfrentó Cochemonte, primera productora independiente del país sin fines de lucro, mantuvieron vigente la búsqueda de mecanismos legales de apoyo a la creación audiovisual, de tipo documental y artística. El Taller concluyó sus labores en 1992 y la lucha por una ley de cine se desplazó a otras esferas, como el Encuentro de los Quinientos Años de Lucha Indígena, Negra y Popular y el Primer Festival de Cine y Video Etnico y Popular (que junto con la Muestra Anual de Cine Latinoamericano del Taller de Cine, son los antecedentes más visibles del Festival Icaro). Tanto en el Encuentro como en el Festival se discutió la importancia de proteger legalmente la memoria y la producción audiovisual del país.

    En 2003, Edgar Barillas propuso al Ministerio de Cultura la creacción de un Instituto Guatemalteco del Cine. Todavía aguarda respuesta. Años más tarde hizo lo propio con el gobierno de Portillo, el cual optó por atender la gestión de Mario Monteforte Toledo para producir Donde acaban los caminos (o como prefiero llamarle: Donde la literatura acaba con el cine…).

    En 2002, durante el estreno de mi video-filme Luis y Laura, sobre Luis Cardoza y Aragón y Laura Aldana de Pineda, Alfonso Porras manifestó en público la necesidad de trabajar por una ley de cine en el país. Desde entonces, junto con Barillas y Díaz Gomar, devino una de las figuras clave de un proceso que se prolonga con el trabajo de AGACINE (2), que tras 4 años de gestión logró que la Comisión de Economía y Comercio del Congreso sancionara una propuesta que hoy aguarda su discusión y aprobación por el pleno. Mientras tanto, la construcción de un cine nacional sigue su marcha, con un abanico muy amplio y diverso de creadores y perspectivas.

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